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18 diciembre, 2017

Fogwill - Los pichiciegos (1983)


Las Malvinas son unas islas de mierda con nubes y agua grises donde muchísimas vidas de jóvenes muchachos, tucumanos, sanjuaninos, porteños, bahienses, también escoceses, etc. que no tuvieron nada que ver fueron desperdiciados en un acto cruel de jugar a la guerra y mandar gente de carne de cañón y después golpearles el hombro y decir que son héroes de la patria.
Ya son algunos años que ando con ganas de leer los pichiciegos, gracias a recomendaciones personales y blogueros varios. Viviendo en un país de escasa distribución de literatura latinoamericana en idioma original (a precios accesibles) hizo con que me lo terminé leyendo en la computadora, cosa que no es nada cómodo y casi estropea toda experiencia lectora, pero me resolvió la situación y pude satisfacer mi curiosidad. Además, es una novela muy cortita, se me hizo mucho más fácil que leer que por ejemplo Vivir Afuera del mismo autor. Los pichiciegos fue la primera novela de Fogwill que se publicó.

Los pichieciegos son bichitos parecidos a los topos, no salen de la cueva, salvo que se les mete el dedo en el culo. Un grupo de muchachos, colimbas, alrededor de los 18 años, la mayoría de provincia, se juntan en medio de todo eso, se meten en un agujero que van cavando y crean una sociedad improvisada que se tiene que organizar para sobrevivir. Liderado por lo "Reyes Magos" recorren de noche los caminos nevados, sin revelar la entrada de su cueva, a juntar cosas útiles e inútiles, los relojes y la plata de los soldados muertos en el camino por ejemplo, o de barcas abandonadas en las playas. Se comunican con los ingleses para intercambiar comida, queroseno, alcohol y tabaco, pilas materiales diversos, administran el almacén, cocina y estufa. Los "pichis" prefierirían ser británicos que se laman "escots", "wels" o simplemente "uiners", que ser héroes argentinos y morir. En realidad -  entre los soldados - son iguales que los argentinos solo rubios y de ojos fríos, afeitados y mejor equipados. Mayor distancia hay hacia los oficiales que son descritos como gordos, incapaces de sentir empatía y hasta piensan en montar un equipo de polo con los caballos de las estancias abandonadas. Montan una comunidad, organizan el trabajo, se cuidan y conversan. Hablan del miedo, del miedo al miedo, del frío, de las minas, de las bombas, de los aviones, los cadáveres, la mugre, las necesidades corporales, de la camaradería, de sus deseos, y el tiempo paradójicamente sobra. Los pichis escuchan la radio y observan el blanco de la nieve.

Fogwill, el "escritor francotirador" me cae bien. No les cae bien a muchos lectores porque no pierde una oportunidad para mostrar su vasto vocabulario en todo lo que refiere "culear" (ovejas, presos), cagar u otras cosas del género. Se da el lujo de describir al detalle diferentes oralidades y fantasías perversas, y sabe hacerlo bien. En lo que dice respeto al tema, me imagino el impacto que supuso, al inicio de los '90, salir con una novela sobre los desertores. Que sensibilidad y bolas para escribir una novela así, en medio (o poquito después) de una guerra!
Fogwill logró así una ficción que es más realidad que la realidad oficial difundida por las radios y los diarios, según la cual Argentina estaba siempre a punto de ganar y es por eso provocativa. No hay ninguna referencia sobre avances de la guerra, sobre comandos, o estrategias. Patria es una noción absurda en este contexto.

Bueno, a mi, me pasó como me suele pasar cuando tengo esas expectativas desproporcionadas, esperé una novela más larga, más elaborada, "más fantástica", con más "profundidad" en el sentido que sigue un solo tema o una relación entre personajes hasta más lejos. Ahora Los Pichy-cyegos. Visiones de una batalla subterránea (así su primer título) es intenso, pero está montado más en escenas que en una continuidad narrativa, en imágenes que no se olvidan tan fácilmente: el oficial con la mano helada, las ovejas explotadas por minas, la nieve, la culebra, el arco iris. Me entristeció y no pudo ser de otra manera. Es el golpe en el estómago que, supongo, debe ser al ser una novela de guerra. Pensándolo bien, es obvio que no pudo haber un hilo conductor, el hilo narrativo de una guerra se hace en las oficinas de gobierno, en las capitales, lejos de la lluvia y del hambre, en Buenos Aires, en Londres. En la pichiciera solo imágenes desconexas y sensaciones intensas. Muy buena.













(foto encontrada en google)

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