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26 julio, 2017

Rodrigo Fresán - Esperanto (1995)


La novela se arma con lo que seria una semana - una de esas semanas - en la vida del protagonista llamado Esperanto. Una semana (domingo y lunes actúan en tándem como policía bueno y policía malo, hay que tener cuidado con todos los días igual) que al final es compuesta más por recuerdos y alucinaciones que por acontecimientos, aunque cuando llegamos al sábado comienza la acción y no decepciona. Nacido en una familia grotesca, poblada de suicidas e personajes insoportables, frecuentador de un psicoanalista inútil, Esperanto se define como ex músico, de rock (pasó su juventud en los 1970s) que recientemente (los 90s de la publicación), medio sin querer, hizo fortunas con jingles publicitarios, el cumulo de la maquinaria de la industria cultural, pero no quiere saber del dinero.

Temáticamente, en el 2017, ya no es nada nuevo leer descripciones del hombre zapping, de MTV y de la Aldea Global, del Homo 24 Horas en la ciudad moderna llena de no lugares, discotecas, aeropuertos, shopping centers, santuarios, que, como el narrador especifica, ".. están íntimamente relacionados con el movimiento perpetuo, con el insomnio de los desórdenes psicofísicos y con los siempre caudalosos surtidores de la histeria". Como dije, no entiendo nada de todas estas musicas mencionadas, pero también usa metáforas comprensibles para los iletrados musicales, la nostalgia del vinilo, del walkman que fue subsituído por el CD. El lado A y El lado B, por ejemplo le sirven a Esperanto de pensarse en el mundo, y a pesar del éxito que tuvo como músico, él está en el lado más experimental y raro del universo, el lado B, esa realidad aparte y canina, y no en el lado de los hits. Lo de la música al final no es tan diferente de lo que ocurre en literatura. Por ejemplo esto de los tributos y homenajes en demasía: "Esperanto tampoco conseguía explicarse el compulsivo y constante autorrevisionismo del rock. Un género que, con apenas medio siglo de vida, ya se refugiaba en la complacencia de morderse la cola como una serpiente que ha perdido su único colmillo y a la que sólo le queda el cuestionable divertimiento de cambiar una y otra vez la misma piel".

También le sirve de modelo de pensar a Esperanto, el salto entre lo blanco y negro a lo multicolor. En los tiempos de la tele de su infancia los actores tenían que ser buenos, se distinguía ficción y realidad. "No les interesaba imitar la realidad sino proponer una versión alternativa y mejor de esa realidad supuestamente imperfecta." Hoy (1995) hay reality shows, culos y tetas, dibujos animados, y, casi me olvidé - Kurt Cobain y su smells like teen spirit - y zombies como el medio hermano de Esperanto y hay la irrealidad virtual de su pasado (en esa opción de su existencia, los padres de Esperanto eran una pareja de hippies recién expulsados del paraíso acuariano). Me cansaron los incontables menciones de nombres de músicos, actores o canciones y palabras en inglés incorporados del narrador, batteries included, play, pause, etc,.. . 

La nostalgia, la juventud perdida, la sensación de "el mundo es un pañuelo y nosotros no somos más que mocos", el conflicto entre generaciones, todo eso son cosas con que me identifico (fui joven en los 90 después de todo), pero en esta novela me aburrió un poco la constante vuelta a la simple afirmación, de que no hay futuro, porque entramos en un nuevo milenio y la recurrente referencia de la proximidad del Apocalipsis anunciado por taxistas y demás. No sé cuantas veces Esperanto se sienta a esperar el fin del mundo, pero son muchas. Por eso, me pregunto si las novelas "de los 90" habría que haberlas leído en los 90, para entender mejor "como se siente un treintañero argentino en el 95", si pierden algo si se los lee 20 años después.

Pero hay más que descripciones en la historia de Esperanto. Lo que Esperanto recuerda y lo que le arruina el presente son los hechos traumáticos de su servicio militar durante el Proceso en Canciones Tristes en la Patagonia (que no sé si existe, pero existe en otras novelas de Fresán) en el 1978, donde sus amigos cercanos fueron desaparecidos, y otro hecho traumático, como verdadero desdichado, que ocurrió en una playa del Brasil. Dos playas invadidas, dos paraísos perdidos. Me pareció una buena historia, bien narrada y con bastante valor explicativo para el lamento del fracaso y la desistencia y todo el sinsentido (nacional).

Toda la galería de personajes lleva nombres muy raros, nombres a veces proféticos (estigmas), que facilita al lector recordárselos, por ejemplo a la Montaña García, Big Bang, Dani/Tony, Woodstock baby, el Mesías del Fuego, etc. Todo es un poco como en las telenovelas, es una novela-espectáculo {como en la clasificación que hace Laddaga (?) o Montoya Juárez (?) }. Por el tema y por el estilo, Esperanto me pareció comparable a lo que hicieron varios otros autores. Por ejemplo tuvo algunos parágrafos sobre música que son muy parecidos a los de Limbo (2014) del español Agustín Fernández Mallo (*1967). Sin identificar que me hizo la asociación, de repente me acordé de una novela de David Trueba, otro español (* 1969), que leí hace unos años. Rodrigo Fresán creo que vive en España, pero bueno, no tiene nada que ver. De resto lo encajo en mi especie de orden personal, en algún lado (quizás no tan próximo, pero en fin) entre Fogwill (1998) y Aira (1993) (por los giros absurdos que toma la trama, por la descripción de la aceleración de los 90 con sus discotecas y drogas y toda su tecnología nueva, su estilo cínico, humor exagerado, llegando a lo grotesco. Remotamente (una década) quizás esté emparentada también con La virgen Cabeza de Gabriela Cabezón Cámara (2009).

Personalmente, eso de la imagen de James Dean (no sé quien es y que tiene que ver y no me interesa) y de las listas de canciones me aburrió soberanamente. Pero quien sabe de la historia de la música popular (pop, rock y no sé que más) moderna, encontrará reflexiones y listas y referencias a canciones de la época de los Beatles en adelante. En el prólogo Fresán explica los trucos de la cajita mágica de su literatura, para que nadie lo acusara de plagio está ahí listado que idea sacó de donde.

Resumiendo, Esperanto es un caso de estos que me parecen bocetos, o primeras versiones, textos que podrían llegar a ser muy buenos si el autor los trabajase más un poco, pero que el autor ya dio por terminado y no hay forma de reclamarle, soy yo que tengo que aceptarlo, si no me gusta como quedó, me jodí. Me dijeron que su novela Mantra (del 2001) es muy buena. Por otro lado, es una novelita de esas que se leen de un tirón en un día de folga, o en pedazos diarios en los viajes de metro o mientras se desayuna a toda prisa.

13 julio, 2017

Afonso Reis Cabral - O Meu Irmão (2014)


En la despedida de un amigo que se fue a vivir a Brasil (que loco, no? con Temer ahí y todo) y en vez de darle un regalo, como debía ser, fue él que nos llenó de libros. Comienzo "O meu irmão" de Afonso Reis Cabral, que recuerdo haber visto en la feria del libro el año pasado y no puedo creer que el autor nació en el 1990! Y es amigo de un colega de facultad nuestra (por este grado de relación, debo conocer mitad del país, todos son amigos de colegas), se siente raro saber que gente de mi edad escribe (esto lo publicó a los 23 años - y yo que hice de mi vida)? En un principio, no me quería quedar con el libro, leí el texto de la contratapa y pensé -- mmh, historia de la relación de dos hermanos, uno con deficiencia,.. - no es para mi. Después chusmeé la primera página y me cautivó, así de rápido. Como pueden los de la editorial leya darle una portada tan, pero tan fea que espanta más que atrae? La foto no tiene nada a ver, la narración se sitúa en un pueblito en la sierra, a las orillas de un río con todo verde alrededor.
Esta novela me llenó de amor, durante semanas dormía abrazada a el en mi cama, me reconforta mucho saber que hay escritores que se preocupan con estos temas, con estas formas. Quiero decir si bien el tema del amor entre padres e hijos y entre hermanos es un tema muy común en la literatura, en este sentido se trata de una novela "clásica", además me parece un punto de vista original, bien trabajado. Y la última frase de la novela resume todo, me encantó, es un placer de lectura. 
Por el estilo de algunas descripciones me parecía que el autor se pasó tres años tallando y limando cada frase, sacándoles el brillo a las metáforas y a las palabras bien elegidas y puestos en orden, aún así el resultado es leve y coloquial. De buen ritmo, nada artificial, como si las frases le salieran así siempre que abre la boca. Según las entrevistas que dio, no es un libro autobiográfico, los personajes son inventados, pero el tema es en algún grado inspirado en la vida del autor que tiene un hermano con este tipo de discapacidad. 
La mayor parte de la acción se pasa en el Tojal, un pueblito casi abandonado, en el interior de Portugal, en invierno. Los hermanos, el narrador y el Miguel se criaron ahí junto a los padres y más tres hermanas mayores y heredaran la casa. Ahora, con los padres muertos y la mayor parte de la vida vivida, vuelven con el objetivo de retirarse un poco, pensar en si mismos, matar saudades, re-orientarse, o, tal vez por falta de un plan mejor. En el Tojal solo quedaron un par de viejitos que continúan a entregarse a la tierra a través de la azada y las manos con las que esparcen el abono.
Los capítulos van alternando entre el pasado, en la ciudad de Porto y el presente o las ruinas que restan de el, en el campo. El narrador es un hombre de las letras que sin saber bien porque se alejó de su familia, es un escritor no practicante, investigador del verbete y profesor universitario, amargado, divorciado. El hermano, Miguel, de la misma edad, tiene el síndrome de Down, por eso la gente lo trata ora como un niño, ora como un enfermo. Miguel es la única persona realmente capaz de amar, lo que provoca envidia y frustración en los otros que no paran de compararse con él y competir por el amor de los padres y todos los otros. Este amor específico, que suele establecerse entre padres e hijos y su composición varía entre afecto, responsabilidad y posesión. En el pueblito viven todavía la señora Olinda, el marido siempre con la gorra de Santa Casa y su hijo Quim, ya viejito también, el único que sabe manejar el tractor.
La novela se constituye del retrato de personajes del campo y otras de ciudad y de sus memorias familiares. La contraposición de tres hijos, cada un solitario y fracasado, maltratado a su manera. Un retrato de la condición humana como oscilando entre el letrado el que se construye su verbete, su discurso y su sentido de todas sus acciones y omisiones y el otro que vive porque es, porque respira y tiene mucho ayer (pero no disciplina la memoria) pero no tanta mañana ni tanta muerte pesándole en la cabeza. Entre feliz y oprimido y infeliz e oprimir (125).
Es una historia triste contada con humor y perspicacia. Es una pena que no conozca bien el Porto porque me hubiese encantado seguirle la ruta a los personajes. Me sorprendió - si ya los 300 y pocos páginas daban una novela muy buena muy acabada y bien construida, el autor todavía logró encajarle un giro inesperado y un final que creo que podría clasificar como dostoievskiano (aunque aún no he leído sus grandes obras) y que sin embargo encaja con el resto de la historia porque está muy bien construida.
Hay algunas pistas, como: "Dizem que os sinapses do cérebro criam vicios, afundam os caminhos por onde as enviamos. Não é tanto uma questão de realidade, mas de insistência numa determinada realidade" (159).
No voy a revelar más para no spoilear.
Que escriba más, estoy esperando. 

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