Hace unos años, cuando me quejaba de unos ensayos que tenia que escribir para la facultad, y que venían sobre nada o nada de mi interés, un trabajo interminable, un penoso llenar páginas a la fuerza porque todo que quería decir ya estaba dicho. Mi amiga Lara dijo entonces que ella no tenía ese problema, en cambio inventa páginas sobre cualquier tema "si tiene que ser, te escribo 20 páginas sobre pichí".
María Teresa trabaja como preceptora en el Colegio Nacional. Ella pode ser descrita como una mujer tímida, pero desempeña su trabajo a la perfección. Es sumisa a las autoridades y encuentra cada pormenor de irregularidades en la conducta y vestimenta de los alumnos a su cargo. Vive con la madre vieja y deprimida, siempre esperando noticias del hermano que está en el sur, como soldado de la guerra de las Malvinas.
Bueno, Martín Kohan logra montar un suspenso increíble con eso, con el
momento íntimo de orinar. Práctica cotidiana de cada ser vivo, para nada insignificante,
diferenciado por sexo, algunos que mean parados (no se aplica en este
libro ni una vez la palabra mear, esto es palabra de hombre, grosería,
cosa que Maria Teresa nunca diría, ni tampoco se admite usar en sus
pensamientos. Estas prácticas son traducido a espacios normalizados, los
hombres acá, mujeres allá, mingitorios, cubículos, tazas y pozos
sanitarios. Los hombres no hacen las dos necesidades al mismo tiempo, no
se secan, pero se sacuden su "cosa" y con menos frecuencia se lavan las
manos.
El gran Colegio Nacional de muros gruesos es un espacio representativo del país, pero paradójicamente es un espacio cerrado, opresivo, silenciado.
La inclusión de alumnos de las provincias en la institución elitista, posteriormente la inclusión de mujeres, todo eso de alguna manera representa la historia de la patria de los ciudadanos ideales. Es una profunda verdad argentina que se pelean los porteños con los provincianos. Y antes de incluir las mujeres seguramente había menos alboroto en el colegio. Fundado 1778 por el Virrey Vértiz, el colegio albergó al gran héroe Manuel Belgrano, creador de la bandera y miembro de la primera Junta de gobierno 1810. Los alumnos tienen que leer la novela Juvenilia de Miguel Cané que trata sobre el gran colegio, al que Sarmiento no consiguió entrar, que 1863 se refundó por Bartolomé Mitre.
En su trabajo, Maria Teresa cumple prolijamente el protocolo, eso implica que tiene que controlar el largo del pelo de los muchachos en la nuca y el color de las media. Para hacerlo bien, Maria Teresa tiene que invadir espacios privados, acercar su mano a la nuca y pedir el largo del pelo con las manos, agacharse y levantar la pernera del pantalón más de lo que el trato del "como debe ser" entre hombre y mujer podría llegar a admitir, pero tiene que ser y lo hace.
Si los alumnos quisieran cometer una transgresión lo deben hacer en los baños de los chicos. Esta idea se le vuelve obsesión. Hay un alumno que huele a tabaco, tal vez fuma en el baño, el único espacio no supervisado y
vigilado como los otros, igual sí, las ventanas no se abren, la puerta de entrada es de vaivén y dejaría salir salir el humo y delataría el transgresor. También queda claro que los profesores no dejan salir al baño dos alumnos al mismo tiempo.
Dentro del colegio su impecable imagen tiene que ser mantenida también en tiempos difíciles como los que corren. Con desfiles y actos a los héroes se recuerda la disciplina, el orden. La argentinidad hay que resaltarla, no puede faltar las escarapelas en los uniformes y la imagen disciplinada es más importante que nunca, aunque los autoridades no expliquen porqué.
Al ensayar los actos de la bandera, juran morir por ella, juran del corazón, tienen que mirar en
frente sin pestañar, pode derrumbarse un edificio en la vereda, no
los debe distraer de su deber.
Maria teresa sospecha que los alumnos fuman, quiere pescar
uno, entregarlo a las autoridades y merecer asi la atencion de su
superior al que admira. El señor Biasutto, el señor jefe de los preceptores va a ser orgullo de ella. Desenvuelve con afán en esta tarea, que en un primer momento
le pareció inadecuado, pero cuando adoptó la rutina de encerrarse en un cubículo del baño de
varones, se acostumbra y se cree cerca del objetivo. Este espacio protegido le brinda oportunidad de descubrir su propia intimidad, el
placer del cuerpo cuando hace sus necesidades, mear en sintonia con
otros seres de fisionomía diferentes. Ver y oír y oler desde su escondite los hombres que ella nunca ha visto orinar en su vida.
Hay en esta novela cierta obsesión con aquello que no se puede ver o tocar, igual que en algunas de sus otras novelas,
de las que leí dos. Fuera de lugar y Bahía Blanca. Aquí también se menciona el sur inhóspito, y la localidad de Monte Hermoso, Bahía Blanca, son novelas que exploran geografías argentinas.
En el colegio hay tanta disciplina, tanto silencio, que es difícil determinar cuando un alumno se ríe indebidamente, o cuando mira demasiado a la profesora y tiene que ser reconvenido. Tal vez solo mira en frente, son detalles que hacen la diferencia, maneras de percibir intenciones. Lo que Maria Teresa al final descubre es peor que un fumar en el baño, es la violencia de la época encarnada. No lo puede denunciar, porque superficialmente todo sigue igual, que los terrores de algunos no influyen de manera alguna en el día día de la normalidad hasta que acaba la Guerra de Malvinas.
Es muy fuerte este libro, es algo que tiene que ser digerido con tiempo. Bien logrado, el personaje central me parece muy "real" a falta de mejor palabra. Voy a seguir con este autor.
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