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28 noviembre, 2016

Mario Levrero - La ciudad (1966/1970)


La ciudad fue escrita en 1966 en Uruguay, o sea antes del golpe de Estado, pero en una época turbulenta. hace ya medio siglo cuando Levrero tenía 26 años. Fue la primera novela que logró publicar, después de tener logrado una mención en un concurso del seminario Marcha. Forma forma parte de la trilogía involuntaria (junto a El lugar y París) aunque no sé si se lee como primera parte o no, dado as diferencias de data entre escritura y publicación.
La ciudad es una lectura fácil, corto y linear, sin saltos en el tiempo, pero igual que El lugar es kafkiano, laberíntico y no siempre obedece a las leyes de la lógica. También aquí nos guiamos por un narrador en primera persona, que no sabe donde está y solo quiere irse, pero mientras tanto le acontecen cosas raras que quizás parecen mas propios de una búsqueda dentro del imaginario personal inhóspito, mas que en el mundo real, aunque Levrero diría que no hay forma de pensar estos dos separados. De noche y con lluvia encuentra una casa abandonada, muy húmeda en la que piensa refugiarse, solo hacia falta ordenar las cosas, adaptar el caos al propio gusto para sentirse en casa. Sale al almacén que recuerda ubicado no lejos, pero se pierde en el camino de tierra y empapadado como está aprovecha el único vehículo que cruza su camino para pedir que lo lleven. Así llega a la ciudad, que en realidad es un pueblo, pero por dentro se revela siempre más grande y compleja de que por fuera. En el camión viajaba también una mujer, Ana, que como todo ahí es muy contradictoria, le excita y repulsa al mismo tiempo. Es recibido muy bien por un empleado de una estación de servicio, igual que en El lugar, todos parecen querer que él se quede, le ofrecen todas las comodidades, pero los libros y los mapas están escritos en otro idioma incomprensible y el protagonista sin nombre, solo quiere irse, o buscar a Ana, pero más que Ana quiere irse. Se ve impulsado también por sus necesidades básicas, solo quiere fumar, comer chocolate, abrigarse. Se encuentra con pruebas, trampas y desafíos, pero nunca sabe si la gente le trata bien o mal, intencionadamente.
En el universo levreriano se mezclan la alienación opresiva con el humor, los paisajes que se atraviesan son desoladísimos, pero presentan detalles curiosos, por ejemplo hay muchos personajes que toman mate, pero no se encuentra nada (carteles, libros) en español, excepto la Biblia. Va visitando los comercios de la aldea donde se encuentra con curiosos personajes que, por ejemplo, juegan como niños en vez de atenderle, le prohíben fumar y en seguida encuentra colillas de cigarros en el mismo sitio. El protagonista se ríe de sus conflictos interiores, sabe que es en vano que se preocupa constantemente por lo imprevisto. Sabe que la tristeza es normal, pero la angustia no. Prefiere pensar que las cosas tienen algún sentido y intenta seguir adelante, irse "a casa", pero su voluntad es contrariada por los personajes que obedecen a reglas sin sentido claro, le hablan también de la existencia de una Empresa y un Reglamento muy importantes y hasta le ofrecen trabajo. Como referencias "reales" aparecen Montevideo y Argentina, mas esta "ciudad" levreriana no tiene conexión clara con os espacios que conocemos.
Por lo que leo y que creo poder comprobar, Felisberto Hernandes y Onetti son influencias patentes y Cortázar y Lewis Carol no son del todo inocente. La ominosa Empresa es lo que sobre todo me acuerda al astillero. Leí (Montoya Juárez) que se le vincula al mundo visual de Paul Klee y De Chirico, mas tarde surrealismo.
Me gustó mucho y me pongo ya a leer el tercero.

23 noviembre, 2016

Mario Levrero - El lugar (1969/1982)

El lugar forma parte de la trilogía involuntaria (junto a La ciudad y París) escrita en 1969 y publicado en 1982 todavía durante la dictadura.
La historia que se presenta en forma de novela corta, es kafkiana, un hombre sin nombre, pero que es a la vez el narrador, se despierta en un cuarto oscuro, desconoce como ha llegado ahí, parece estar viviendo una especie de resaca. Se acuerda de haber comprado cigarillos, del ómnibus, del kiosco, de su plan de ir al cine y nada más. A tientas descubre una puerta, la atraviesa, se encuentra en otro cuarto con comida, cama, cocinita. A la noche se apaga la luz y le domina el sueño. Va atravesando puertas y puertas, primero con la tranquilidad de una rutina alienada comparable a la de una oficina, fumar, comer, dormir y seguir. Descubre la imposibilidad de volver atrás, se va cruzando con personajes extrañas que hablan otra lengua, así sigue. Preocupándose más y más de su encierro, a borde del desespero, consciente de sus necesidades físicas y mentales, trata de hacer planes mientras las condiciones van deteriorándose.
Las primeras habitaciones hasta parecen ser un hotel (un no-lugar?), como si alguien le ofreciese casa y comida gratis, un lugar destinado para él, con abastecimiento de café, pipas y tabaco. Hasta encuentra papeles y lápices.
La historia contada parece representar un viaje claro al subconsciente, a lo onírico, aunque bien hay sueños dentro de sueños, y como me parece que es Levrero, no debe de pensar en "representaciones". Escribe lo que le sale, miedo, rabia, dudas persistentes, desespero, soledad, escombros, alienación. O es todo un juego de la miente, un desafío de resistencia? Se trata de descubrir lógicamente la estrategia más racional, o vale más intentar una fuga veloz? Para que intentar salir?
Ese lugar interior-exterior se podría llamar pesadilla, fruto de la depresión, de deseos insatisfechos o la falta de voluntad que tiene le produce lo cotidiano y la lucha por existir. Debido a su cobardía de matarse (sobre la que el personaje según parece, ya reflectó lo suficiente) y debido a su curiosidad sabe que siempre decide seguir vivo un poco más. Adentro hay más lugares indefinibles, absurdos, ridículos, incluso una especie paraíso artificial, espacios campestres, pero común a todos es el muro que lo rodea. En algún momento produce fiebre, después conoce otras personas y otros lugares. Después hay más dos partes de están ambientadas en lugares diferentes. Las referencias mencionadas incluyen Buenos Aires y Paris. Hacia el final se torna todavía más absurdo y violento. (Personalmente creo que mas que un sueño o una depresión me parece que está hablando de un bad trip).
Más no voy a revelar. Me encantó! Me pongo ahora a leer La ciudad que es el primero de la trilogía en orden de haber sido escrito.
Con su estilo difícil de clasificar entre ciencia ficción o distopía, me hizo recordar de las novelas que leí de Sánchez Piñol. Dentro del canon uruguayo pertenece a la generación de "los raros" (según Ángel Rama) y a la linea de producción de autoficción o escrituras del yo, junto a Carlos Liscano, por ejemplo. Levrero fue un personaje curioso, solitario, se desempeñó en múltiples oficios creativos, humorista, parapsicología, heterónimos, aborrecía entrevistas, las académicas y las periodísticas (según el prólogo de mi edición). Ya había leído de Mario Levrero Caza de conejos, un libro "experimental" de muchos microcontos relacionados de forma confusa, que también me gustó y que era mucho más críptico o simbólico que esta novela, también, claro, por su forma.

22 noviembre, 2016

Juan José Saer - Nadie nada nunca (1980)


Esta, mi primera, novela de Saer me sorprendió sobre todo con su estilo, hecho de palabras palpables, captó mi atención, mismo que en el inicio no habla de mucho más que la inmovilidad de las cosas durante la siesta, del silencio, del calor de febrero que aplasta, el asfalto que hierve, el vacío de la siesta, la nada - solo interrumpido por el bayo a pastar tranquilo, masticando.- Será el fin del mundo?
Es una novela que comienza en camera lenta-  el calor contiene eso en forma de recuerdo de infancia, para mi y creo que esto es casi universal-, porque esa época para mi está llena de tiempo libre y momentos de observar como los personajes de Saer observan los yuyos del patio y a los bañistas del la playa del Paraná y esto se mezcla con mis recuerdos del Río Uruguay y del Río de la Plata, color caramelo y de las baldosas coloridas del patio a la hora de la siesta.
El Ladeado pide al Gato que le guardara un caballo, el bayo amarillo, porque en la región alguien está asesinando caballos por las noches, por lo tanto, si siente entre las páginas algo de miedo, del mundo del delito y de la violencia, presente, pero aún escondido. Para la población local, ese asesino de caballos es "pura política" para mover tropas o distraer y hasta parece una oportunidad para el comisario local para confirmar su autoridad, hasta que le matan su noble caballo a él. Para los bañistas la vida sigue.
Ese estilo visual parece invitar a dibujar, el campo de visión descrito siempre sigue a alguien, los lectores acompañamos las gotas a caer, semillas del tomate a desprenderse del fruto y empaparse de aceite, ya se me hace agua la boca, el ventilador que gira, la espiral contra los mosquitos se consume y las sábanas quedan cada minuto más pegajosas, húmedas a causa del sudor de la persona que descansa sobre ellas.
No sé como hace Saer para no resultar aburrido, porque es todo el contrario, los acontecimientos son pocos y que se vuelve a ellos desde distintas perspectivas, la novela vive de la repetición y variación, otra vez, pero ligeramente diferente, el narrador sigue a otra persona, y el lector queda muy atento, porque hay esa tensión de lo inminente que facilita la concentración en detalles de la percepción y después hay diferencias decisivos. Así de repente avanza de golpe la historia con mucha información y una riqueza de subtextos. Del pasado al presente, interioridades, lo superficial, el lector y el texto, la política, lo animal y lo humano, todo al mismo tiempo. Saer también sabe transferir de la imagen al texto, del silencio al acontecimiento, explora el sueño, la fantasía, el río que es un limite de algo, a pesar de las lanchas, canoas y personas que lo atraviesan. El agua es ordinario, salvaje, a veces parece una lamina de metal, nítida, se traga la isla en el otro lado, huele a pez muerto y el día siguiente parece el elemento maravilloso rejuvenecedor que regala vida y en el que las cosas no tienen peso.
La bestialidad parece llevar nombre, el comisario se llama Caballo y a un violento personaje del libro que lee el Gato Garay, le dicen el Caballero.
Lo fascinante de este libro además de la composición narrativa es la luz, las sombras, la fragmentación y los colores, las sensaciones.
Será porque el pasado del hombre de la ciudad está enterrado en el campo.
Escrita en plena dictadura, con tantas alusiones, para mi este libro no puede no ser referencia a la violencia, a lo callado, al miedo, a lo que el río silenció. Y no solo el río.
Me encantó. Ahora voy a tener que leer todas las otras novelas que tienen parte en ese universo saeriano.

20 noviembre, 2016

Pedro Mairal - La uruguaya (2016)



Es así que se siente un porteño en el Uruguay. Brotan por todos lados las asociaciones típicas, la escapada de Buenos Aires, el Buquebus, los hippies de Valizas, Cabo Polonio, Montevideo familiar, todo igualito, pero diferente. Uruguay real, pero idealizado y cantan "A redoblar" en la playa. A solo 4 horas de barco, pero más allá de la frontera. Los enchufes son para dos patitas redondas y el cargador de Lucas era de tres planas, la gente dice liceo, nomás, un mozo que se parece a Zitarrosa. Championes, salado, chiquilines, bo, entre el voseo y el tú. El palacio Salvo, La Pasiva, la playa Ramírez, los porros y Mujica. 

No conocía el autor, pero recuerdo haber leído una nota sobre esta novela hace poco y no logro recordar donde. Ya pensaba que nunca iba a poder conocer esta generación de autores, debida a mi limitado poder de compra, pero apareció alguien que me pasó una copia.

La historia contada en primera persona, además de enumerar estereotipos y lugares comunes, cuenta la historia de una desilusión. Una pareja que se separa, quizás ayudado por las circunstancias y mala suerte y sobretodo porque Lucas metió la pata. No aguantó la presión que significa mantener el nivel económico y tener una familia clásica. Se habla del sentimiento de enamorarse de una ciudad, de subjectividades y espacios urbanos. Se puede leer que Montevideo es como Buenos Aires, pero menos glamour capitalista, "como si no hubiera habido neoliberalismo"). Mas que otro espacio, se trata de otro tiempo (o de la esperanza de). Y en Montevideo lo tratan con la alteridad subtil con la que se trata a un porteño. 

Lucas Pereyra que es el narrador nos cuenta de sus viajes al Uruguay con el propósito de cambiar unos dólares y unos pesos al cambio no oficial y volver a Argentina sin declararlos - no debe de haber tema más actual. "Era la época del dólar blue, el dólar soja, el dólar turista, el dolar ladrillo, el dólar oficial, el dólar futuro" Los negocios de contrabando mantiene vivas las fronteras del mundo, y las constituye en primero lugar.
"Nadie sabía bien cuánto valían las cosas. El peso se devaluaba, había inflación. Y empezaron los controles de cambio. Como si en pleno verano te pagaran en hielo y prohibieran las heladeras. Todos buscando dólares desesperadamente. Se desdobló el mercado, entre el oficial y el paralelo, en medio aparecieron las cuevas, los intermediarios, los amigos de los primos."
Las economías en la ficción, son también un gran tema argentino. A veces me pregunto porque no hay más novelas así.  
"Una situación medieval, en el siglo XXI, tiempos de transferencias electrónicas y dinero virtual, y uno buscando unos papeles impresos del otro lado del río, escondiéndolos, buscando una alternativa, tratando de zafar de las medidas, de las consecuencias laterales de las decisiones del Estado, encontrando esa fisura por donde poder pasar."
 Y si literatura precisa de tiempo y el tiempo (en la ciudad) se traduce en dinero?
"..la deuda era algo invisible que estaba oculto en mi cerebro. Una sucesión de imágenes relatadas que debían salir de mi imaginación. Aquello con lo que yo tenía que pagar no existía, no estaba en ningún lado. Había que inventarlo. Mi moneda de cambio eran una serie de conexiones neuronales que irían produciendo un sueño diurno, verbal. ¿Y si no funcionaba esa máquina narrativa?"
Así, casi imperceptiblemente se toca el tema del valor de la literatura. Porque Lucas, el personaje tiene una deuda literaria, la deuda del escritor que recibe un adelanto de la editorial, la deuda de ideas que se traducen en dinero. Y es padre de familia, un escritor con falta de tiempo, falta de dinero, falta de inspiración, con la mujer profesional que paga las cuentas de casa, difícil de aguantar para un ego que se formó en la clase media-alta de colegio inglés y country. Era obvio que se iba a mandar una cagada y francamente, a mí me aburre el tema de la fidelidad de parejas y afines.
Y el tema del género y de las nuevas familias me pareció metido a la fuerza y empujando para que quepa en las últimas tres páginas. Hubiese quedado mejor sin esta resolución final, pero ta.

En resumen, La Uruguaya es entretenida, corta y simpática, pero no me pareció gran cosa. Por el estilo de pintar la sociedad, me acordó de Sergio Olguín.


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