Este libro huele a
Uruguay. Literalmente, porque me lo trajeron de ahí.
La novela,
ambientada en La Paloma, Rocha, fue escrita por César di
Candia, un veterano uruguayo nacido en Florida en 1929
que cuenta los sucesos que tiempo atrás alborotaron la pequeña
sociedad pueblerina desde la perspectiva de uno sus integrantes, el
viejo Florduardo Arrascaeta que se acuerda agonizando en su cama.
El autor César di Candia se considera a sí mismo un hijo adoptivo de La Paloma. El pueblo, que ahora es muy turístico tiene que haber cambiado tanto en los últimos 50 años. No me lo
puedo imaginar así. Me ayudar imaginarmelo como Valizas o también
como me imagino a Monterey de California como lo describe John
Steinbeck en Cannery Row y Dulce jueves. El
pueblo tiene ciertos personajes, como la abuelita, el comisario, los
milicos, la maestra, los pescadores, el medio tonto y las
prostitutas. Estos son como arquetipos, en cada pueblo (creo) se
podrían encontrar al menos gente asumiendo estos roles.
Está
la vieja que mantiene conversaciones con la virgen y desde que la
criaron las monjas tiene miedo de monstruos que caen del cielo y
tienen 4 pitos. Humor no falta. Tomasito, “el abombáu” está en
el medio, con las reacciones hacia él se aprende mucho sobre el
carácter de los demás habitantes del pueblo. El día en que alguien colgó una chancha del árbol más grande con un cartelito diciendo soy Toledo (el intendente) se perturba el pueblo y los políticos se ponen a investigar.
Me gustó el lenguaje bien de campo que usa. Además contiene muchísimas palabras que tuve que buscar en el diccionario y amplié así mi vocabulario.
Entretenido, recomendable no sólo para nostálgicos del Uruguay!
Me gustó el lenguaje bien de campo que usa. Además contiene muchísimas palabras que tuve que buscar en el diccionario y amplié así mi vocabulario.
Entretenido, recomendable no sólo para nostálgicos del Uruguay!
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